martes, 4 de enero de 2011

The man who can't be moved

Se apagan los ecos de la Ley Sinde. Volverán. Del Senado volverá al congreso con 3 líneas de más o de menos para que catalanes o vascos voten a favor a cambio de suculentas prebendas en su lucha separatista. Nos venderán al resto de españoles, lo doy por hecho.

Atrás quedan 3 tardes gloriosas en las que el pueblo habló a través de internet para decirle a sus políticos que no querían, que no se iban a bajar los pantalones, que ni el modelo francés ni la imposición estadounidense van con nosotros. Que el creador de Wikileaks no es un delincuente por decirnos lo que todos queremos saber (puede ser un delincuente por otras cosas pero no por ésa). Atrás queda el ataque DDOS a las webs de los partidos, el congreso, la SGAE, etc. Estoy seguro de que algún día ésto saldrá en los libros de historia: el rechazo de un pueblo al mangoneo de un gobierno en clamorosa decadencia, vendido a los "artistas" a cambio de la campañita publicitaria de la ceja.


Pero no es mi tema éste. El gobierno merecería mucho más pero quiero centrarme en los amigos de la ceja. Los del modelo desfasado, jurásico. Los del cuento. 

Los artistas llevan viviendo del cuento, inamovibles, desde los años 70. El número de conciertos fue descendiendo paulatinamente conforme subía el número de discos vendidos. El estancamiento se hizo latente: el disco no era ya una manera de promocionar los conciertos, era la base del negocio, era EL NEGOCIO. Todo iba como la seda, el consumidor tragaba y ellos ganaban. Ganaban y mucho. Tanto que muchos de ellos son auténticos millonarios. 

Pero el cuento se está acabando. Llegó la informática, llegó internet y con él, el fin del cuento. La gente ha encontrado una manera de saltarse el control de las discográficas y por el agujero se ha colado todo el mundo. Lógico. La gente está cansada de pagar burradas por algo cuyo valor es casi simbólico. Mientras los peces gordos (a.k.a. Alejandro Sanz, Miguel Bosé, Joaquín Sabina, etc.) se llenan la boca de decir que ésto no es por ellos, que es por los que vienen detrás. Y un c....

'Los que vienen detrás' saben perfectamente en qué mundo viven. El negocio ya no va a funcionar nunca más como había funcionado hasta ahora. Es el momento del directo. ¿Alguien pagaría por ver fútbol en diferido? Ésto viene a ser parecido, con la diferencia de que es mucho más plástico Leo Messi tumbando contrarios a izquierda y derecha de lo que será Alejandro Sanz, por mucho que se esfuerce, en sus canciones. 

También es el momento de Spotify y de la publicidad, un negocio latente, mucho menos oneroso pero altamente efectivo y aceptado por la sociedad. De hecho, lleva muchas décadas usándose en TV y radio. La diferencia es que con internet, el usuario elige lo que quiere ver. En los otros medios, ves/oyes lo que hay, y te 'fastidias', hablando en plata.

Los 'artistas' lucharán, habrá batallas perdidas, pero en esta guerra la razón nos asiste a los que pensamos que ya está bien de abusar. El cambio va a ser ahora y el mundo de la música, tal y como lo conocemos ahora, va a desaparecer. Será el momento de que los artistas demuestren lo que valen a pie de escenario, cuando se podrá separar el polvo de la paja. 

Para próximos capítulos, la peculiar historia de la ministra González-Sinde y la problemática del cine, las series, SeriesYonkis y Megavideo.

1 comentario:

  1. Es evidente que el modelo económico y productivo de la música esta muerto, aunque no creo que la publicidad sea una solución (las empresas que actualmente crecen no se basan en la publicidad sino en la información y los inversores). Lo más curioso es que nadie plantea el nivel de vida y beneficios que tienen los músicos (que no artistas). Me explico: En una economía en crisis donde los pensionistas tienen las pensiones congeladas, los funcionarios reducido el sueldo y hay cuatro millones de parados, hay colectivos (como los controladores, los futbolistas o, precisamente, los mal llamados artistas) que quieren seguir viviendo como reyes (caso de Alejandro Sanz), en un sistema que inevitablemente está cambiando. Habría que hacer una pregunta interesante: ¿Verdaderamente Alejandro Sanz produce lo que genera? Quizás el problema sea que su negocio, como el de la construcción, ya no mueva tanto dinero porque estaba sumido en una burbuja beneficiada por la coyuntura. Y ahora, que cambia la estructura, queremos seguir igual. Pero me temo que lo harán...

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